NOTAS DE INVESTIGACIÓN / RESEARCH NOTES
Soledad
Balerdi
Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales -
CONICET -
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación -
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
soledadbalerdi@gmail.com
Ornela
Boix
Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales -
CONICET -
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación -
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
ornelaboix@gmail.com
Rodolfo
Iuliano
Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales -
CONICET -
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación -
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
rodolfoiuliano@gmail.com
Nicolás Welschinger
Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales -
CONICET -
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación -
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
nicowelschinger@gmail.com
Cita sugerida: Balerdi, S., Boix, O., Iuliano, R. y Welschinger, N. (2017). Sociologías
pragmatistas: continuidades entre postulados teóricos y
operaciones metodológicas. Cuestiones de Sociología, 16, e027. https://doi.org/10.24215/23468904e027
Resumen
Este
articulo interroga sobre la relación entre teoría y
metodología en las corrientes pragmático-pragmatistas.
En particular, analiza las propuestas metodológicas que un
conjunto de autores filiados a la sociología pragmatista,
Michel Callon, Antoine Hennion y Bruno Latour, despliegan en sus
investigaciones, en torno a tres principios teórico-epistemológicos
centrales: el principio de “seguir a los actores”, el de
“la acción haciéndose” y el “principio
de simetría” o de “no detenerse en lo social”.
Más que atender a la novedad metodológica declarada en
las obras abordadas, se procuran reconstruir los usos y aplicaciones
de técnicas establecidas en el campo metodológico para
interpretar en qué medida es el uso y la perspectiva teórica
desde la que se la usa, aquello que desplaza los sentidos
naturalizados de un conjunto de operaciones técnicas en la
investigación social.
Palabras clave: Teoría; Metodología; Sociología pragmatista
Pragmatic sociologies: Continuities between theoretical postulates and methodological operations
Abstract
This
article explores the relationship between theory and methodology in
pragmatic-pragmatist currents. In particular, it analyzes the
methodological proposals that a set of authors affiliated to the
pragmatist sociology, Michel Callon, Antoine Hennion and Bruno
Latour, develop in their researches around three main
theoretical-epistemological principles: "to follow the actors
themselves", the "action-in-the-making"and the
“principle of symmetry". Rather than attending to the
methodological novelty stated in these researches, this article
attempts to reconstruct the uses and applications of techniques
established in the methodological field to interpret in which extent
it is the use and the theoretical perspective from which it is
usedwhat displaces the common senses of a set of technical operations
in social research.
Key Words: Theory; Methodology; Pragmatist sociology
La actualidad de la teoría social y de la producción sociológica encuentra entre sus corrientes más fecundas las desarrolladas dentro del marco pragmático-pragmatista, las cuales representan una renovación en el panorama de las ciencias sociales de los últimos treinta años. La bibliografía especializada ha centrado su interés en la dimensión teórica de esta propuesta, prestando especial atención a la elaboración de un conjunto de tesis desarrolladas en controversia con los postulados de las sociologías disposicionalistas, individualistas y de la elección racional (Corcuff, 2013; Nardacchione y Hemilse Acevedo, 2013; Thévenot, 2016). Es todavía incipiente la indagación sobre cuestiones de método dentro de las orientaciones pragmático-pragmatistas, aunque algunos trabajos avanzan en establecer los primeros contornos de un “estilo” y precisar sus requisitos metodológicos y sus consecuencias en la práctica de investigación (Breviglieri y Stavo-Debauge, 1999; Barthe et al, 2013). En esta línea, el presente artículo busca poner de relieve y analizar las propuestas metodológicas explícitas o implícitas producidas en el marco de estas sociologías.
Tomando en cuenta que no existe un conjunto unificado de supuestos teóricos y epistemológicos que sirvan de sustento a las sociologías pragmáticas y las pragmatistas, sino que se manifiestan una serie de matices y diferencias entre ambas corrientes (Nardacchione y Hemilse Acevedo, 2013, Hennion, 2017), este artículo va a centrar su análisis en un conjunto de postulados que han sido filiados a las corrientes pragmatistas a partir de investigaciones seleccionadas de Michel Callon, Antoine Hennion y Bruno Latour. El amplio campo de las sociologías pragmáticas –que quedará fuera de los alcances de la presente indagación– admite una gradación mayor en los órdenes de determinación de la acción respecto de las pragmatistas, y depositael elemento de intedeterminación en la disposición heurística del investigador. En efecto, si bien las sociologías pragmáticas comparten con las pragmatistas los postulados sobre la indeterminación de la acción, la reflexividad del actor y sus posibilidades críticas (Barthe et al, 2013), las primeras conceden un peso mayor, por un lado, a los imperativos morales como la elaboración sociológica de las competencias críticas de los actores, y por otro, al énfasis en la anterioridad lógica y cronológica de la situación por sobre la acción, las competencias y las pruebas. Partiendo de estas diferencias, elegimos focalizar en algunas intervenciones pragmatistas debido a la radicalidad con la que plantean ciertas rupturas metodológicas.
Analizaremos entonces las orientaciones metodológicas que se despliegan en torno a los siguientes principios teórico-epistemológicos centrales de las corrientes pragmatistas: el principio de “seguir a los actores”, el de “la acción haciéndose” y el “principio de simetría” o de “no detenerse en lo social”. Interesa indagar en torno a estos principios, no en abstracto sino a partir de los objetos empíricos abordados y las operaciones analíticas realizadas en el marco de las investigaciones pragmatistas seleccionadas. Es decir, más que atender a la novedad metodológica declarada (inclusive en tono programático) en las obras abordadas, se procuran reconstruir los usos y aplicaciones de técnicas establecidas en el campo metodológico para interpretar en qué medida es el uso y la perspectiva teórica desde la quese la usa, aquello que desplaza los sentidos naturalizados de un conjunto de operaciones técnicas en la investigación social.
El postulado pragmatista de “seguir a los actores” remite a la decisión de seguirlos cabalmente en sus elaboraciones sin presuponer modelos prefijados de análisis o reducir aquéllas a una interpretación “sociológica” a priori. A partir del enfoque de la sociología de la traducción, Michel Callon (1986, p. 3) desarrolla tres principios metodológicos que permiten a la investigación sociológica ir a tono con una concepción de lo social que recupere su carácter indeterminado y en permanente disputa. Estos tres principios interrelacionados, el del agnosticismo, la simetría generalizada y la asociación libre, permitirán poner en práctica la posición pragmatista de “seguir a los actores” en diversos planos.
En primer lugar, el agnosticismo como posición metodológica supone asumir la imparcialidad entre los protagonistas de la problemática estudiada. En palabras del autor, el investigador debe “abstenerse de juzgar los modos en que los actores analizan la sociedad que los rodea. Ningún punto de vista debe ser privilegiado por sobre otro, y ninguna interpretación debe ser censurada” (Callon 1986, pp. 3,4). En segundo lugar, el principio de simetría generalizada asume el compromiso de explicar puntos de vista conflictivos en los mismos términos, utilizando un repertorio de traducción común. Por último, la libre asociación implica abandonar todas las distinciones a priori entre lo natural y lo social, entre las dimensiones sociales y técnicas del problema estudiado, y seguir, por el contrario, las explicaciones y los vínculos que los propios actores desarrollan y establecen entre ambas: “en lugar de imponer una matriz de análisis preestablecida, el observador sigue a los actores para identificar la manera en que éstos definen y asocian los diferentes elementos mediante los cuales construyen y explican su mundo, ya sea social o natural” (Callon 1986, p. 4).
¿Qué implicancias tienen estos tres principios para el hacer de la investigación sociológica? No pareciera haber una técnica metodológica privilegiada que se ajuste más adecuadamente a la intención de “seguir a los actores”, sino una particular concepción teórico-metodológica sobre los actores y sus acciones, que guía la puesta en práctica de estas técnicas. Veremos que en su análisis sobre el desarrollo de una controversia en torno al cultivo de vieiras en St. Brieuc Bay, Callon (1986) analiza el despliegue de una red de relaciones en torno a este desarrollo científico, siguiendo las argumentaciones, negociaciones, explicaciones, dispositivos que elaboran tres biólogos marinos a partir, centralmente, de la técnica de análisis de documentos: sigue a estos tres científicos en sus publicaciones (artículos, papers, reportes).
Es en la concepción teórico-metodológica que guía la práctica de investigación en lo que radica la novedad del postulado pragmatista de “seguir a los actores”: éste no implica únicamente atender a los sentidos que los propios actores asignan a las cosas, como podría sugerir una comparación con la máxima metodológica tan difundida en los análisis socioantropológicos herederos de la tradición interpretativista que pretenden “captar la perspectiva del actor”. Desde la mirada geertziana, las acciones analizadas requieren ser explicadas en relación con un contexto de significaciones más amplio que las ubique en un marco compartido de sentidos para volverse inteligibles (Geertz, 1973)1. “Seguir a los actores”, por el contrario, supone describir las acciones analizadas en su despliegue, sus variaciones, sus indeterminaciones, sin circunscribirlas a marcos explicativos o estructuras de significación prefijados.
Callon seguirá las elaboraciones de estos tres científicos de St. Brieuc Bay que intentan promover el desarrollo del cultivo de vieiras mostrando cómo producen conocimiento a la vez que elaboran argumentos, despliegan acciones de convencimiento e involucramiento de otros actores, entablan redes y negociaciones. En el proceso de desarrollo de la acción, los tres científicos identifican y ponen a jugar a otro conjunto de actores –las vieiras, los pescadores locales y sus colegas científicos–, elaboran una serie de argumentos y dispositivos en pos de lograr que los demás actores se vean interesados en el tema y se involucren en él; así, movilizan y establecen alianzas con otros, y buscan convertirse en portavoces de esta nueva red de relaciones.
Callon analiza el desarrollo de esta controversia siguiendo a los actores en sus propias interpretaciones, explicaciones, “creencias”, sin presentarlas “como ilusiones o errores de juicio” (1986, p. 17) a pesar de que hayan tenido desenlaces inesperados o indeseados para los propios actores. Tampoco establece ninguna relación a priori: “la historia descrita aquí, aunque centrada alrededor de los tres investigadores, no incorporó a ningún actor que ellos mismos no invocaran explícitamente ni impuso ninguna definición fija sobre las entidades que intervinieron” (1986, p. 18). Así, el principio de “seguir a los actores” implica tanto captar el sentido de las preguntas que los actores se realizan como las maneras en que las responden, los términos en que lo hacen, y los modos en que se asocian para lograrlo, sin privilegiar en el análisis ninguna explicación, relación o categoría por sobre las que los propios actores incorporan en sus traducciones.
El motivo pragmático/pragmatista de la “acción en situación” o la “acción haciéndose” aboga por la indeterminación propia de toda acción, ya sea presente o pasada. Esta exigencia metodológica “presentista”, como la llaman Barthe et al (2013, p. 181), implica que las acciones no se pueden deducir simple o mecánicamente del pasado. No significa que los sociólogos pragmáticos y pragmatistas ignoren las temporalidades más amplias;sí, que las trabajan de manera de devolverle a la historia su presente, esto es, su indeterminación relativa y su dinamismo interno. La idea de la “acción haciéndose” no debe ser confundida entonces con los usos del concepto de proceso y su inscripción de las acciones en una secuencia histórica. En la sociología contemporánea encontramos al menos dos caminos que incorporan la dimensión histórica a la acción: la sociología procesual de Norbert Elias2 y la sociología de la práctica de Pierre Bourdieu. Contra esta última y su énfasis en la determinación de los sujetos por sus orígenes sociales, dirigirá sus esfuerzos Antoine Hennion, a fin de proponer un concepto sociológico del gusto, cuya discusión (Hennion, 2010, 2012) permite reflexionar sobre los usos de las técnicas que son necesarios para captar la acción haciéndose.
En la sociología bourdieana el gusto resulta una variable dependiente del habitus, en tanto sistema de disposiciones a hacer, pensar, sentir y actuar de una determinada manera, y que se encuentra constituido por un tipo de condiciones materiales de existencia (Bourdieu, 1983). Con este concepto Bourdieu intenta apresar el pasado incorporado de los individuos: el habitus es durable y transferible (Lahire, 2005). En este marco conceptual, el gusto referirá a las preferencias sistemáticas que se encuentran en correspondencia con posiciones en el espacio social. De esta manera, tal como afirma de Singly (2006, p. 42), para Bourdieu “beber un vaso de tal aperitivo es equivalente a escuchar tal fragmento de música clásica” en tanto ambas cuestiones remiten a la misma homología estructural entre gusto y clase;esta argumentación también es descalificada por Hennion bajo la noción de sociologismo3. En sus investigaciones sobre la escucha musical y los melómanos (y extendiendo su argumento a la afición sobre los vinos, el café y otros consumos culturales), Hennion propone superar esta noción desparticularizada, determinista y estática del gusto.
Entre otros, Hennion considera el caso de Philippe, un médico que compra muchos discos, cuya familia tiene relaciones estrechas con la música considerada canónica (una hermana que tocaba el violín, un tío que lo llevaba de pequeño a los conciertos). Hennion muestra cómo Philippe ideó una manera de ordenar sus discos en la que coloca los que acaba de escuchar en una parte del mueble, ordenados de acuerdo a su predilección, y los diferenciade los discos olvidados en otro extremo. El criterio con el que ordena su discoteca revela que el aficionado se ha impuesto al musicólogo: no ordena a partir de clasificaciones que surgen de la historia de la música, sino de sus condiciones como oyente. Hennion trae también el caso de Ahmed, un hijo de inmigrantes argelinos que ha logrado perforar su origen subalterno para convertirse en un arquitecto reconocidoen Francia. A partir de la necesidad de realizar un viaje regular en tren de alta velocidad entre las ciudades de Lyon y París, Ahmed se construye su dispositivo de escucha en ese espacio, con la ayuda de un reproductor portátil de CDs. La velocidad con la que el paisaje pasa tras sus ojos, los cambios de luz y de colores, son vinculados por él con los pasajes sonoros4. El caso de Dora, asimismo, una aficionada que relata al autor el papel esencial de su diván y de un buen equipo de audio a la hora de escuchar música, pone de manifiesto las dimensiones corporales de la escucha, habilitadas en su caso por dispositivos tecnológicos; de acuerdo a sus palabras, un buen equipo la hace “vibrar”, “entrar en la resonancia”, la “envuelve” en el sonido (Hennion, 2010, p. 31). De forma diferente, su gusto por los conciertos supone otras mediaciones: un colectivo de personas, un espacio de performance en vivo, un dispositivo técnico, una atención visual acrecentada. En cada caso, los elementos que hay que reunir son diferentes y no son conocidos de antemano por el investigador: las situaciones que repusimos no se limitan a la realización de un gusto “ya presente ahí” (Hennion, 2012, p. 213) como producto de una disposición, sino que son el resultado de una acción en la que técnicas, entrenamientos corporales, pruebas, dispositivos de apoyo, colectivos, objetos, tienen que ensamblarse para producir un gusto.
Hennion entiende que este planteo implica que la sociología trabaje “sobre ella misma” (Hennion 2010, p. 26), tanto sobre sus supuestos teóricos como sobre sus métodos. En todos los casos se requiere “de-sociologizar” al aficionado para que hable de sus gustos ya no en términos del qué, sino del cómo: “de sus formas de escuchar, de beber, de jugar, y de su placer, de quién le ofrece las cosas (...), de las técnicas sorprendentes que desarrolla como aficionado para reunir las condiciones de su felicidad, sin garantía de que la vaya a lograr” (Hennion 2010, p. 28). ¿Cómo rastrear esas técnicas? Al respecto de ello, una observación resulta crucial: “el sociólogo no puede contentarse con observar el gusto desde el exterior” (Hennion 2010, p. 26), esto es: como si el gusto fuera una posición que determina una preferencia y no un efecto que sucede (o no: su carácter no automático y reversible es otro de los puntos fuertes del planteo). Hennion habla entonces de implicación e involucramiento del investigador, “en el tiempo y con el cuerpo” (Hennion 2010, p. 27), en un movimiento que también le devuelve sus competencias de aficionado, le recuerda ser un “degustador” además de un analista. Estas afirmaciones no se acompañan de una preferencia explícita por alguna técnica: Hennion combina la observación directa, las entrevistas no directivas y el análisis documental de un modo afín a su concepción teórica. La observación sobre la construcción de la discoteca, la reposición de los trayectos en el tren, las preguntas sobre el “cómo” del escuchar música en casa remiten cada vez a usos de las técnicas de construcción de datos que no son significativos para una sociología que entiende el gusto como declaración de una preferencia estructuralmente determinada.
El postulado pragmatista que sostiene que el análisis no debe detenerse en “lo social”supone que la observación no debe recortarse sobre un determinado tipo de vínculos como los de orden moral, legal y simbólico, ni interrumpir la indagación cuando se enfrenta con alguna relación de otro tipo (técnica, biológica, física). Este postulado es constitutivo del principio de simetría, al punto que para Latour detenerse en lo social “haría imposible toda investigación” (2008, p. 115).
Para los pragmatistas como Latour, la producción de la acción siempre es el resultado de una red de relaciones-conexiones-asociaciones heterogéneas, ya que los participantes de ese ensamblado que produce la acción no son sólo los “humanos” (sujetos), sino también los “no humanos” (actantes). En los procesos de traducción –como el que analiza Callon, recuperado en el apartado anterior– la acción social “es desplazada y delegada a distintos tipos de actores que son capaces de transportar la acción a través de otros modos de acción, otros tipos de fuerzas, completamente distintas” (Latour 2008, p. 105). Entonces si el análisis no puede detenerse en los límites de lo social se debe a la necesidad de seguir los rastros de la producción de la agencia, incluso (o con más razones) cuando ello sucede en el terreno “técnico” o “natural”: si en la producción de la acción son reunidas “fuerzas sociales” y “fuerzas físicas” (fuerzas naturales, fuerzas tecnológicas, fuerzas biológicas), esto no puede detener el análisis sociológico. Para los pragmatistas el foco de la investigación no es la acción del sujeto, ni la agencia de los objetos, sino el ensamblado de la acción. Latour define esta posición como relacionalista (1998) precisamente por concebir que la acción siempre es producto de asociaciones heterogéneas que fluyen entre lo social/lo técnico, lo construido/lo natural, los humanos/los no humanos.
Latour rechaza pensar que la solución de un programa de investigación simétrico sea “la mera inclusión de los objetos” en la interpretación, como también la mera sociologización del objeto (como en la operación constructivista). Más bien se trataría de problematizar y tornar una pregunta, antes que de naturalizar, la capacidad de otros tipos de vínculos (como los que implican a los “objetos” tecnológicos, biológicos, legales, físicos) para transportar la acción e incidir en ella5. La versión del constructivismo, de la que se distancian Latour y los pragmatistas, es aquella que reproduce una concepción estrecha sobre la acción que otorga el monopolio de la agencia a los “humanos”. Por el contrario, el principio de simetría reclama una concepción ampliada de la agencia: quitar el monopolio de la agencia al “sujeto” y concebir a los “objetos” en su capacidad de trasportar la acción, de traducir la acción,de ser ellos, tanto como los sujetos, acciones ensambladas. Para Latour la solución del constructivismo sería una mirada asimétrica: “si la acción está limitada a priori a lo que los humanos “con intenciones” y “con significado” hacen, es difícil ver cómo un martillo (pudiera actuar). En cambio si mantenemos nuestras controversias sobre actores y agencia, entonces cualquier cosa que modifica con su incidencia un estado de cosas es un actor” (Latour 2008, p. 106).
Como operaciones para rastrear qué es lo que incide en la acción, Latour (2008, p. 117) señala la utilidad de encontrar modos de “hacer hablar a los objetos”, la importancia de “inventar trucos específicos para hacerlos hablar”, e incluirlos como partícipes de las redes de asociaciones a partir de “producir guiones de lo que hacen hacer a otros humanos/no humanos”. Para realizar estas operaciones Latour insiste en la centralidad de la descripción. La producción de estas descripciones siempre debe ser guiada a través de las preguntas que permitan seguir el rastro de un actante en la producción de la acción: “¿incide de algún modo en el curso de acción de otro agente o no? ¿Hay alguna prueba de que alguien detecte esta incidencia?” (2008, p. 117).
Latour puso en acto estas operaciones en el análisis del proceso de traducción mediante el que Pasteur logra captar el interés de grupos hasta entonces indiferentes a esa problemática –e incluso de la más amplia sociedad francesa del S. XIX–, respectode la importancia de la ciencia para la agricultura y la cría de ganado (Latour, 1983). En su exploración de la red que Pasteur despliega para conseguirlo, la descripción de la agencia de las bacterias, del bacilo de ántrax, de las estadísticas, de las nuevas técnicas que introduce, ocupa un lugar central. A través de la descripción vemos cómo Pasteur instaló su laboratorio en el seno de una granja del siglo XIX y de qué manera a partir de allí comenzó a crear relaciones entre “todas las variaciones en la aparición y el desarrollo de las epidemias de ántrax” y “su causa viviente, el bacilo del ántrax” (Latour 1983, p. 14). A Latour le interesa el desplazamiento por el que Pasteur traduce lo que aprende en el campo de la ciencia veterinaria a sus propios modos de trabajar, a su terminología y a los instrumentos de su propio laboratorio. Para ello describe de qué forma Pasteur moviliza novedosas técnicas con las que consigue criar el bacilo de ántrax en aislamiento y en gran cantidad, de modo que le permite volver visible la importancia del bacilo en la epidemia que afecta al ganado. Al lograr que un microorganismo invisible ahora se torne visible a los ojos de una mayoría, Pasteur crea en los grupos de agricultores, granjeros y especialistas un interés por el bacilo del ántrax que lo fortalece y beneficia. Narrar el modo en que Pasteur prolongó su acción en la red de técnicas y teorías que ensambló, le permite a Latour mostrar el cambio de escala que produjo el fenómeno a varios niveles: “un microorganismo puede matar gran cantidad de animales mayores que él, un pequeño laboratorio puede aprender más de lo que nadie antes había aprendido acerca de los cultivos puros de ántrax –consiguiendo que– el científico en su laboratorio, que hasta ahora carecía de interés, puede hablar con más autoridad acerca del bacilo del ántrax de la que nunca tuvieron” otros actores (1983, p. 21).
Pasteur utilizó su laboratorio para autorizar su posición, es decir, movilizó estadísticas, técnicas, instrumental, categorías, para traer el bacilo de ántrax hacia su interior y,a su vez, para poblar al mundo del S. XIX consus bacterias: “la enfermedad del ántrax que vivía en la granja –dice Latour– está ahora en la École Normale Supérieure” (1983, p.17). Así, Latour demuestra que sería imposible comprender la traducción que Pasteur realiza sin analizar la agencia de estos “objetos”: las estadísticas que tornaban significativa la correlación de la epidemia en el ganado, la acción de las novedosas técnicas de laboratorio que tornan visibles e importantes ciertos microorganismos, la capacidad de conceptos y categorías que argumentan la necesidad de modificar las formas de crianza de los granjeros. Su análisis penetra sin interrumpirse en el terreno de lo técnico, de lo biológico, de lo natural, sin detenerse en “lo social”.
Existe cierto acuerdo en que es posible reconocer una determinada “actitud metodológica” dentro de las corrientes pragmático-pragmatistas. Desde ciertas perspectivas, este reto metodológico implica la aplicación de observación y/o entrevistas no directivas: Breviglieri y Stavo-Debauge (1999), Baszanger y Dodier (2004) y Cefai (2013) se posicionan en este sentido a favor de distintas versiones del método etnográfico, en tanto lo consideran más sensible que otros abordajes para reconstruir cómo los actores actúan en situación. Nardacchione y Hemilse Acevedo (2013), por su parte, a fin de captar la naturaleza argumentada del mundo social, suman la pertinencia de las técnicas de análisis documental “estudiando el contexto y la institución en la cual fueron creados y detectando las reglas que les son propias” (2013, p. 103). A lo largo del artículo vimos cómo los autores pragmatistas seleccionados no apuestan de forma explícita por abordajes y/o técnicas metodológicas específicas. Justamente, cabe preguntarse si lo central en el “estilo pragmatista” no radica más en las modalidades de uso de las técnicas que en el privilegio de alguna de ellas.
A partir de los principios analizados, es posible observar el modo singular en que la perspectiva pragmatista se instala en el debate sobre la determinación en ciencias sociales. Este proyecto intelectual aparece inspirado por el impulso de restitución de diferentes grados empíricos de indeterminación enlas teorías de la agencia6. Indeterminación entendida como la puesta en suspenso de toda instancia proyectada de agencia sobre la acción que no haya dejado huellas o vestigios reconocibles sobre la misma. En este sentido, estas perspectivas, lejos de reponer nociones calculatorias o liberales de acción, recuperan la positividad de la acción como instancia de producción de sí misma y de los ensamblados en que se entrama. Desde este ángulo, se ha mostrado cómo el principio de “seguir a los actores” en sus interpretaciones intenta trascender los límites de la doble hermenéutica interpretativista, y el horizonte imaginado de reconstrucción de un marco interpretativo que estaría confiriendo metasentidos a la acción y, en la misma línea, cómo el principio de captación de la “acción haciéndose” conduce a poner en suspenso las imputaciones exteriores de las determinaciones históricas de la acción. Finalmente, se ha puesto de relieve cómo el principio de simetría y el postulado de “no detenerse en lo social” han permitido comprender la acción desde una mirada relacionalista radical que no reduce los ensamblados de humanos y no humanos a los determinantes sociales consagrados por defecto desde el constructivismo.
Si se tomaesto en cuenta, es posible calibrar en qué medida estos principios teóricos gravitan en el plano metodológico, para poner inmediatamente después en discusión desde la óptica pragmatista, la propia división entre teoría y metodología. En este punto, señalamos que en términos metodológicos se incita a una sensibilidad heurística más que a innovar en la confección de un nuevo repertorio técnico;ésta es una sensibilidad que aparece reinventando algunos de los usos convencionales de las técnicas establecidas. Así, al desarrollar una entrevista partiendo del principio de seguir a los actores en sus argumentaciones, se procede a captar la naturaleza argumentada de la realidad más que a dar con el indicador simbólico que permita reconstruir una estructura de sentido. O al abocarse al trabajo de campo –partiendo del supuesto de que la acción no está dada de antemano, sino que se hace en su decurso–, más que recolectar información (a la manera positivista) o inscribir la subjetividad del investigador (a la manera reflexiva o posmoderna), es posible elaborar las asociaciones que se movilizan y que lo tienen al investigador como integrante. Y –continuando con la argumentación presentada– al desarrollar un análisis documental desde una perspectiva simétrica, más que encontrar vestigios de acción social como en el constructivismo cliché, podrán reponerse las habilitaciones ensambladas de humanos y no humanos que intervienen en los cursos de acción estudiados.
Se ha puesto de relieve también que la perspectiva pragmatista induce a elaborar las continuidades, no sólo entre las diferentes esferas de acción, sino también entre las diferentes instancias del proceso de investigación: construcción del objeto, producción de datos, análisis, escritura7. El énfasis en la puesta en suspenso de los aprioris de la acción y de las determinaciones exteriores permiten situar, o más bien reversionar en clave pragmatista, un conjunto de preguntas sobre las clásicas divisiones entre teoría y método, o entre las instancias del diseño de investigación: ¿hay metodología que no sea portadora de teorizaciones sobre la sociedad, la acción, la historia?, ¿hay producción del dato sin análisis?, ¿son posibles las descripciones sin una posición analíticasubyacente? Las continuidades entre las prácticas de investigación ponen una vez más en cuestión las divisiones (heredadas del imaginario positivista) de la metodología normal o escolar.
A la vez que las disciplinas se renuevan teóricamente, las prácticas metodológicas quedan ancladas en modos de hacer tradicionales, o en supuestos tradicionales que sostienen a supuestas técnicas novedosas. El presente artículo ha puesto el acento sobre la novedad metodológica de las principales sociologías pragmatistas. En su recorrido se permite una reflexión acerca del carácter performativo de las operaciones metodológicas (Law, 2004), y ponede relieve que las modalidades operativas de las diferentes técnicas (de producción de datos, de análisis, etc.) comportan teorías implícitas sobre lo social, la acción y el sentido que la disposición pragmatista apunta a desnaturalizar y, en particular, a ponerlos en cuestión, a la luz de una realidad que teórica y empíricamente se ha ganado mayores grados de indeterminación e incertidumbre.
1 Baszanger y Dodier (2004) han desarrollado el contrapunto entre las “etnografías integradoras”, dentro de lo que ubican a la antropología geertziana, y lo que proponen llamar etnografías combinatorias, que incluiría a la sociología pragmática francesa. Ambos modelos se diferencian en su concepción sobre la otredad, y en el vínculo explicativo que establecen entre datos empíricos y generalizaciones abstractas. Siguiendo los postulados de la sociología pragmática, según los autores, la etnografía ya no buscaría las referencias compartidas de los actores, como en la perspectiva integradora, sino que procuraría dar cuenta de la relación dinámica entre las actividades reales de los individuos en el marco de referencias normativas complejas en las que se insertan, las cuales se relacionan con la situación y no están unificadas. A pesar de que los acuerdos o referencias que enmarcan la acción se conciben con un origen histórico y una distribución particular en el espacio, no se piensan, como sucedería en la perspectiva integradora, automáticamente asignados a una cultura.
2 No desarrollamos aquí la diferencia entre el planteo de Elias y el de los pragmático-pragmatistas: además de cuestiones de espacio de este trabajo es en la obra de Bourdieu donde estos autores focalizan las críticas.
3 Hennion entiende que los conceptos de gusto generalmente pivotean entre el esteticismo, al suponer que el gusto es una propiedad intrínseca de los objetos, y el sociologismo, variante en la que coloca a la sociología bourdieana, donde el gusto es una creencia socialmente construida por un grupo que no remite a ninguna cualidad propia del objeto (Hennion, 2002). Por el contrario, en su perspectiva lo importante es la relación entre objeto y sujeto del gusto (de hecho, en sus últimas intervenciones Hennion propone hablar de vinculaciones y no de gustos).
4 La dimensión de clase no desaparece del análisis, más bien es retomada desde la propia reflexividad de los actores. Así, por ejemplo, Ahmed, quien empieza escuchando música bailable, árabe, andaluza, popurrís (todas músicas ilegítimas para el canon francés) relata que, con el tiempo, comienza a pedirle discos a su pareja. No obstante, afirma desconocer las tradiciones cultas de la música: “no tengo ni idea de nada. Incluso la que a ella le parece evidente, barroca o antigua, música de cámara u ópera, no sé distinguirlas” (Hennion 2010, p. 31). Para Hennion, Ahmed lo desafía al contarle su ignorancia y su decisión deliberada de no guardar las carátulas de los discos: sabe que su interlocutor, un sociólogo, estará especialmente atento a su origen social y su relación con el canon estético.
5 “La inercia social y la gravedad física puede parecer no conectadas, pero ya no es necesario que sea así cuando un equipo de albañiles está construyendo un muro de ladrillos: se separan nuevamente sólo después de haber terminado el muro. Pero mientras están realizando el muro, no hay dudas de que estén conectadas. ¿Cómo? La investigación lo determinará” (2008, p. 111).
6 Para una diferenciación entre teoría de la acción y teoría de la agencia desde la perspectiva pragmatista consultar en esta misma revista Hennion (2017).
7 Y es dentro de esta apuesta de continuidad entre postulados y operaciones es que cobra relevancia la tesis pragmatista que sostiene que “la explicación emerge una vez que la descripción está saturada” (Latour 1998, p. 139). Es sólo luego de que el analista logra reponer todas las relaciones, las conexiones, mediaciones de una red determinada, que puede hablar de explicación. El énfasis en la centralidad de la descripción como operación de inscripción es el resultado de la continuidad metodológica en los tres principios trabajados.
Barthe, Y., De Blic, D., Heurtin, J. P., Lagneau, É., Lemieux, C., Linhardt, D., Moreau De Bellaing, C., Rémy, C., y Trom, D. (2013).Sociologiepragmatique: mode d'emploi. Politix, 103, 175-204.
Baszanger, I. &Dodier, N. (2004). Ethnography: relating the part to the whole.En D. Silverman (Ed.),Qualitative research: theory, method and practice(9-34). London: SAGE Publications.
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