Notas de investigación
Las nuevas condiciones estructurales del trabajo: procesos de desalarización y empobrecimiento por ingresos en la Argentina reciente (2008-2022)
Resumen: En los últimos años, aún con períodos de recesión asociados a la caída de la actividad propia de la pandemia y a las políticas aplicadas durante el gobierno de cuño neoliberal, el mercado de trabajo argentino ha presentado indicadores relativamente estables. Bajas tasas de desempleo, bajas tasas de subocupación, altas tasas de actividad y elevados niveles de desigualdad al interior de la clase trabajadora son algunos de los datos salientes del período. Más allá de estos indicadores, podemos identificar dos procesos de largo aliento que operan como tendencias comunes a la mayor parte de los países latinoamericanos. Por un lado, un acentuado y sostenido proceso de desalarización que trae aparejados tanto efectos subjetivos como objetivos sobre las condiciones de parte importante de la clase trabajadora argentina. Por otro, una masa de trabajadores/as asalariados/as que poseen ingresos menores a la canasta de pobreza. En este artículo indagamos acerca de cómo operan los efectos de estas tendencias del capitalismo contemporáneo en Argentina. En particular, analizaremos los efectos diferenciales de los procesos de desalarización y empobrecimiento de la clase trabajadora argentina de acuerdo con su posición en la estructura social. El estudio se basa en un análisis cuantitativo a partir de estadísticas oficiales de la Encuesta Permanente Hogares (EPH) para el período 2016-2023.
Palabras clave: Desalarización, Trabajadores pobres, Tendencias estructurales, Argentina.
New Structural Conditions of Work: De-salarization and Income Impoverishment in Argentina (2016-2023)
Abstract: In recent years, even with periods of recession associated with the fall in activity due to the pandemic and the policies applied during the neoliberal government, the Argentine labor market has shown relatively stable indicators. Low unemployment rates, low underemployment rates, high activity rates and high levels of inequality within the working class are some of the salient data of the period. Beyond these processes, we can identify two long-term processes that operate as common trends in most Latin American countries. On the one hand, an accentuated and sustained process of de-salarization that brings with it both subjective and objective effects on the conditions of a significant part of the Argentine working class. On the other hand, there is a mass of salaried workers with incomes below the poverty line. In this article we investigate how the effects of these tendencies of contemporary capitalism operate in Argentina. In particular, we will analyze the differential effects of the processes of de-salarization and impoverishment of the Argentine working class according to their position in the social structure. The study is based on a quantitative analysis using official statistics from the Household Surveys for the period 2016-2023.
Keywords: De-salarization process, Working poor, Structural trends, Argentina.
1. Introducción
La situación atravesada durante la pandemia del COVID-19 puso de manifiesto, desde los primeros meses de 2020, una serie de tendencias en el mundo del trabajo que se encontraban ya en estado latente en los años previos. Las producciones de los organismos multilaterales, como así también de los think tanks con fuerte influencia en los Estados occidentales, han mostrado cierta preocupación por los cambios recientes en las realidades de la clase trabajadora a escala global. Como señalan Balliester Reis y Elsheikhi (2018), las discusiones en torno a las transformaciones del mundo laboral se iniciaron poco antes de la segunda década de este siglo y se centraron en las características de los trabajos futuros, sobre todo debido a los cambios en la tecnología; la calidad de estos trabajos; la desigualdad de ingresos entre trabajadores; los sistemas de protección social y la nueva dinámica de las relaciones entre sectores o ramas que impactan sobre los empleos.
Las explicaciones acerca de estos cambios trascendentes en el mundo del trabajo responden a diferentes dimensiones, como las nuevas dinámicas de acumulación del capital, las redes globales de producción 2.0 y la mundialización de vínculos comerciales que han echado por tierra ciertas dinámicas autocentradas de las economías nacionales (Meda, 2012). Aquí entran en juego planos productivo-organizativos del trabajo, como así también el impacto en las nuevas regulaciones laborales más flexibles (Fernández Massi y Longo, 2022) y la pérdida de centralidad de la producción manufacturera, que no permite, al menos en el capitalismo occidental, incrementos de empleo que acompañen las dinámicas de la rentabilidad y el crecimiento (lento) de la producción (Benanav, 2021).
En América Latina, luego de una década de recuperación del empleo y de los ingresos laborales en el marco de los gobiernos progresistas y populares de principios del siglo XXI, la reemergencia de proyectos neoliberales, a la par de las tendencias antes mencionadas en la acumulación de capital, condujeron a una mutación profunda del mundo del trabajo que requiere actualizar ciertas miradas (López, 2022). Tal como señalan los sucesivos informes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la situación del trabajo en América Latina en los años posteriores a la pandemia se encuentra marcada por un crecimiento estable de la tasa de ocupación y un desempleo relativamente bajo (OIT, 2023; CEPAL y OIT, 2024).1 Sin embargo, los problemas vinculados a la baja tasa de participación, la precariedad del trabajo y los bajos ingresos de sectores cada vez más amplios de las clases trabajadoras aparecen como características estructurales en estos tiempos (OIT, 2023).
El punto central es que los mercados de fuerza de trabajo han mutado de tal forma que, ante períodos de inestabilidad, crecimiento lento o recesiones cíclicas, no se produce necesariamente el ajuste a través de la creación de una masa significativa de trabajadores y trabajadoras en situación de desempleo, sino que los ajustes de costos para garantizar las condiciones de la rentabilidad empresarial responden mayoritariamente a estrategias de deslaborización, desalarización y pauperización de ingresos (Barreneche, 2020; Marega et al., 2019; Meda, 2012).
Es en este sentido que el último Panorama Laboral de América Latina publicado por la OIT (2023) destaca que la mayor parte de la ocupación entre el tercer trimestre de 2020 y el tercer trimestre de 2023 se explica por el crecimiento del empleo informal.2 Asimismo, los ingresos reales de los trabajadores y las trabajadoras de la región han seguido un sendero de crecimiento promedio muy reducido; sin embargo, en más de la mitad de los países latinoamericanos los ingresos per cápita aún presentan niveles menores a los de 2019 (OIT, 2023). Por esto, mientras que los indicadores laborales de actividad, empleo y desempleo muestran cifras relativamente aceptables, las condiciones de vida de las clases trabajadoras se ven diezmadas.
La economía argentina no fue la excepción a estas tendencias regionales. Las tasas de empleo, actividad y desempleo mostraron niveles estables durante todo el período postpandemia. Aún con una recesión mayor al 2,3 % durante el año 2023, el desempleo no presentó un ascenso sustancial.
Por lo dicho, en este artículo indagamos acerca de cómo operan los efectos de estas tendencias del capitalismo contemporáneo en Argentina. En particular, analizaremos los efectos diferenciales de los procesos de desalarización y empobrecimiento de la clase trabajadora argentina, según estrato, a través de un estudio cuantitativo basado en estadísticas oficiales. Al mismo tiempo, sugeriremos algunas hipótesis que den cuenta de cómo estos procesos se han desarrollado en Argentina a partir de la interacción de, por un lado, el patrón de acumulación periférico que caracteriza al país y, por otro, la avanzada neoliberal del gobierno de Cambiemos (2015-2019). Las condiciones de trabajo posteriores a la pandemia, más allá del cambio de gobierno, continuaron siendo en parte producto de la situación política, económica e institucional heredada de los años previos.
En primer lugar, presentaremos las discusiones sobre las causas de los altos índices de incidencia de la pobreza por ingresos en sectores de trabajadores y trabajadoras. Consideramos aquí algunas dimensiones de las tendencias globales del capitalismo post-2008, como así también ciertos aspectos propios del cambio en el modo de desarrollo a escala nacional. En segundo lugar, proponemos un análisis empírico para Argentina basado en la Encuesta Permanente de Hogares, que toma en cuenta las disparidades de ingresos en diferentes estratos de la clase trabajadora. Por último, proponemos algunas reflexiones finales.
2. Cambios estructurales en las clases trabajadoras occidentales
La dinámica de acumulación global y el impacto del modo de desarrollo neoliberal que primó en Argentina desde 2015 produjo cambios de peso en la situación de la clase trabajadora. Estos cambios implican una ofensiva del capital sobre el trabajo que, a excepción del período 2002-2015, condujo a un deterioro sistemático de las condiciones de trabajo y de vida de buena parte de quienes viven de su trabajo (López, 2022). En este sentido, la pérdida de centralidad del trabajo formal, la multiplicación de las actividades tercerizadas y la subcontratación, la proliferación de los trabajos en servicios con alta tasa de rotación y, a su vez, un proceso de pérdida sistemática de ingresos, han sido algunas de las transformaciones más importantes de la clase trabajadora desde la década de 1970 y, sobre todo, durante la década de 1990.
Ahora bien, el fenómeno de los trabajadores pobres no es nuevo. Ya desde el siglo XIX la emergencia del capitalismo ha producido situaciones de extrema pobreza de las personas asalariadas. El punto es que el fordismo keynesiano, al cual Harvey (1998) define como “capitalismo embridado”, había generado empleos estables y salarios que permitían el consumo masivo de bienes y servicios. Es conocido que estas condiciones no fueron predominantes en las periferias (Fernández Massi, 2019). De hecho, buena parte de las discusiones en torno a los problemas del desarrollo en la región latinoamericana estuvieron signadas por el debate de la “superexplotación del trabajo” (salarios por debajo del valor de la fuerza de trabajo) (Bambirra, 1974; Marini, 1973). Más allá de esto, cabe señalar que Argentina, como uno de los países de la región con un nivel de ingresos y de industrialización medios, tuvo varias décadas de empleos estables en sectores manufactureros y una amplia cobertura de derechos laborales a la par de una elevada sindicalización.
La transición de los años setenta, que implicó la ruptura del consenso acerca de la “normalidad” de la sociedad salarial, confirmó la imposibilidad de mantener a la vez altos niveles de ocupación, remuneraciones elevadas y reducida dispersión salarial (Harvey, 2007; Esping-Andersen, 1999; López, 2015). Es en este contexto que surgen las nuevas discusiones acerca de los trabajadores pobres (working-poors) para dar cuenta de aquellas personas cuyos ingresos laborales no son suficientes para cubrir el valor de la canasta básica (Klein y Rones, 1989).
Este fenómeno, llamativamente, ha sido más problematizado en países con índices de pobreza reducidos que en países periféricos. Las políticas de austeridad en Europa de las décadas de 1980 y 1990, el desmantelamiento progresivo de los Estados de Bienestar y la exposición al riesgo, han sido la preocupación central de varios autores (Bauman, 2015; Beck, 2008; Esping-Andersen, 1999; Sennett, 2006). En estos casos, la pobreza a nivel estructural se explica por: contexto económico, regímenes de bienestar reducido, contextos institucionales desfavorables y la segmentación del mercado de trabajo. En América Latina, la contracara de estas interpretaciones se enmarca en las nociones de “masa marginal” y otras explicaciones similares (Nun, 2001).
Tal como destaca Crettaz (2013), las interpretaciones sobre las causas de la incidencia de la pobreza entre trabajadores pueden clasificarse en tres grupos. En un primer grupo encontramos los estudios que centran su atención en el mercado de trabajo, y son parte de lo que el autor llama la “teoría unificada” (Blau & Kahn, 2002). Aquí la preocupación pasa centralmente por vincular los shocks macroeconómicos a los contextos institucionales nacionales. En buena medida, podemos decir que, según este enfoque, son los procesos de deslaborización los que dan lugar al incremento de la pobreza por ingresos.
Un segundo grupo de estudios señala la importancia de los vínculos norte-sur en el comercio internacional, dado que al poner en competencia trabajadores de diferentes regiones del mundo tiende a reducir el promedio de ingresos, por un lado, y a generar un sesgo tecnológico en la producción manufacturera y ciertos servicios, por otro (Alderson & Nielsen, 2002; Nielsen & Alderson, 1995). Esto conduce tanto a una situación de bajos salarios en la periferia, como así también a diferencias entre sectores de alta tecnología o productividad versus sectores de baja productividad en las propias economías centrales. Este tipo de análisis se vincula a las hipótesis de los mercados duales de trabajo (Zawadsky, 2021).
En tercer lugar, encontramos las interpretaciones sobre el fenómeno que incluyen tanto las características de los hogares y los cambios en la actividad laboral de los miembros (Lohmann, 2009), como las de los individuos, como sexo, raza, religión, nivel educativo, entre otros (Lohmann & Marx, 2018).
Si bien no podemos profundizar aquí en esta discusión, consideramos como principal hipótesis de nuestro trabajo que las tendencias a la financiarización, la deslocalización productiva y la participación subordinada en redes globales de producción, y la digitalización, son aspectos centrales de la estrategia del gran capital global para reducir costos e incrementar la rentabilidad luego de 2008 (López y Noguera, 2023). Esto involucra tanto la reducción de los salarios y la multiplicación de actividades y espacios geográficos de bajos salarios, como así también una ruptura creciente de las relaciones asalariadas como núcleo de la acumulación de capital. La desalarización en conjunción con los bajos salarios horarios son hoy dos de las dimensiones más importantes de las transformaciones a las que asisten las clases trabajadoras occidentales y, particularmente, de la periferia.
3. El impacto diferencial de la desalarización y la pobreza por ingresos en Argentina
Dadas estas discusiones, en este apartado realizamos un estudio empírico a través de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) sobre cómo los procesos antes mencionados han impactado en diferentes estratos de la clase trabajadora. Intentamos dar cuenta de los procesos de desalarización y empobrecimiento relativo y absoluto de los trabajadores y trabajadoras que poseen diferentes Condiciones Socio-ocupacionales, lo cual nos permite observar las heterogeneidades de la clase trabajadora en el país a través de la clasificación propuesta por Wright (1979 y 1994), y aplicadas para el caso argentino en diferentes trabajos (Féliz, López y Fernández, 2012; Féliz y Emilia Millón, 2022; Pérez y Barrera, 2012). Wright (1994) permite realizar una clasificación empírica de la clase trabajadora a partir de tres dimensiones interdependientes: 1- control sobre el dinero y el capital físico; 2- control sobre el proceso de trabajo; y 3- control sobre el trabajo de otros individuos (autoridad).
En base a estas definiciones, y retomando la noción de categoría socio-ocupacional de Torrado (1992), logramos una clasificación de la clase trabajadora Argentina en 9 estratos que se resumen en el cuadro siguiente:
Una primera dimensión relevante sobre el análisis de la estructura de la clase trabajadora en Argentina para el período 2016-2023 es el aumento de los trabajadores autónomos y de los asalariados profesionales. Más significativo aún es que la caída del número de trabajadores/as autónomos/as en el año de la pandemia (2020-2019) fue solo del 2,6 %, frente a una caída del orden del 12 % para los/as trabajadores/as asalariados/as. Aquí vemos que hay una tendencia al crecimiento significativo del trabajo autónomo, tanto en el formato de emprendimientos con algún medio de producción, como aquel trabajo por cuenta propia más precario. Al mismo tiempo, al interior de los asalariados, quienes han sufridos mermas mayores en su participación, pero a su vez lograron luego un crecimiento más acelerado, son los asalariados profesionales. En cierto modo, esto nos permite pensar en patrones híbridos de trabajo entre asalariado y autónomo que no se registra con precisión en este segmento de la clase trabajadora. En el extremo opuesto, los asalariados que cumplen tareas de poca calificación han decrecido de manera significativa durante todo el período.
Si bien esta evidencia no es concluyente, va en línea con la tendencia presente a nivel global de un acelerado proceso de desalarización y la multiplicación de formas de trabajo autónomas frente a una demanda insuficiente de fuerza de trabajo asalariado.
En segundo lugar, este cuadro de situación del no registro, que se vincula con la idea de que la recuperación postpandemia, se sustentó en la creación de una proporción mayor de empleo no registrado en relación al empleo registrado (CEPAL y OIT, 2024). Esto nos permite pensar las estrategias desplegadas al interior de la clase trabajadora para obtener niveles de ingresos que permitan estándares de vida aceptables. Una de las estrategias que se encuentran hoy en discusión es el pluriempleo, que si bien no responde solo a la pérdida de ingresos, se trata una de cuestión insoslayable. Una aproximación parcial a este fenómeno es el análisis sobre la proporción de ingresos de las otras ocupaciones (diferentes al ingreso de la ocupación principal) para diferentes deciles de ingreso (ver Cuadro 2).
Como podemos ver en el cuadro 2, al menos un 25 % del ingreso laboral total (promedio) en el período se explica por el ingreso de otras ocupaciones, lo cual es una aproximación al fenómeno del pluriempleo. Por otra parte, la proporción del ingreso total que representan los ingresos de otras ocupaciones es mayor en los deciles más altos de ingreso.
3.1. El proceso general de pérdida de ingresos
Para el conjunto de los trabajadores y trabajadoras, la caída de los ingresos reales entre 2016 y 2023 fue sostenida. Los ingresos de la ocupación principal en términos reales para el conjunto de los trabajadores y trabajadoras cayó a la par de los aumentos sostenidos de precios que, lejos de ceder con el cambio de gobierno en 2019, se aceleraron producto de las estrategias de fijación de precios del gran empresariado, el acuerdo inflacionario del gobierno de Alberto Fernández con el FMI y la contracción aún mayor de los saldos de dólares que dispararon los dólares financieros (siendo estos la referencia central para remarcar precios en rubros de la canasta básica). Lo interesante es notar que, de todas maneras, fue durante el gobierno neoliberal de Cambiemos el momento de mayor retroceso de los ingresos.
La cuestión que consideramos clave es que las tendencias globales a crear nuevas formas de empleo más flexibles, más inestables y precarias, sumadas a un proceso de financiarización y destrucción de capacidades industriales, producto de un modo de desarrollo neoliberal desde 2015, impactó de lleno en las posibilidades de que los ingresos laborales fueran acompañando los incrementos de precios (Cantamutto, 2024). Es evidente que durante la pandemia la caída del ingreso fue significativa, producto de la destrucción de puestos de trabajo y del cese de actividades autónomas, pero la recuperación posterior en 2021 y parte de 2022 solo alcanzó un poder de compra un 20 % por debajo del nivel de 2016. Esto es aún más notable si consideramos la brecha entre ingresos de empleos formales e informales: pasó de 3 % en 2016-2019 a 22 % en 2019-2023.
Si tomamos en cuenta las diferencias de ingresos al interior de la clase trabajadora por condición socio-ocupacional, podemos ver que este proceso de empobrecimiento produce una gran disparidad o heterogeneización de ingresos, como observamos en las figuras 1 y 2. Como vemos, los jefes, los asalariados técnicos, los asalariados profesionales, se han encontrado con ingresos por encima del promedio para todo el período. Por el contrario, los sectores de trabajadores con más altos grados de inestabilidad, como los/as trabajadores/as empleados/as en tareas de baja calificación, los autónomos no profesionalizados, las trabajadoras de servicio doméstico, han obtenido ingresos por debajo del promedio en todo el período. Por su parte, el ingreso promedio de la mayoría de los sectores tiene una forma de campana, incrementándose entre 2016 y 2020 en un momento de empobrecimiento generalizado, y luego de 2020 muestra pérdidas relativas para los sectores poco calificados, autónomos no profesionales, servicio doméstico y asalariados operativos. La excepción más importante aquí es que los asalariados técnicos tuvieron un incremento en relación al promedio de ingresos muy significativo en 2023, como así también los jefes. Estos resultados pueden responder a las negociaciones de convenios colectivos que incluyeron en la mayoría de los casos ajustes de las escalas salariales por rama.
De esta manera, la caída generalizada de ingresos laborales ha tenido un impacto mayor en los sectores más postergados de las clases trabajadoras, lo cual condujo a ampliar aún más las brechas de desigualdades.
3.2. La incidencia diferencial de la pobreza por estrato de la clase trabajadora
Como hemos visto hasta aquí, en Argentina se han generado entre 2016 y 2023 procesos de desalarización con aumentos significativos en la cantidad de trabajo autónomo, una caída generalizada de los ingresos salariales promedio y un aumento significativo de la desigualdad de ingresos entre trabajadores/as, entre otros aspectos. Ahora bien, qué ha ocurrido con los niveles de ingreso en relación a la Canasta Básica Total, que nos da la pauta de cuál es el porcentaje de trabajadores/as pobres. Aquí, consideramos que la cuestión no pasa por las características del hogar, o las diferentes decisiones de participación en el mercado de fuerza de trabajo de los adultos de un hogar trabajador, sino casi exclusivamente del empeoramiento generalizado de las condiciones de vida que ha producido la combinación de tendencias globales de un capitalismo global excluyente y un programa de gobierno neoliberal que condicionó incluso al período de gobierno posterior.
En el Cuadro 3 vemos la evolución de los ingresos per cápita familiares en relación a la canasta básica total y, a todas luces, el empobrecimiento de los trabajadores y las trabajadoras se ha convertido en una condición estructural.
Nuevamente, los sectores más afectados por situaciones de pobreza son aquellos de menor estabilidad en el empleo y los ingresos; y los que cumplen tareas menos calificadas. Cabe aclarar que es probable que el incremento de los porcentajes de trabajadores y trabajadoras pobres se encuentren en niveles menores a los que registran las estadísticas. El fenómeno de “la economía barrani”, donde la magnitud de la economía informal no se viene captando de manera correcta (Crespo et. al, 2023), sumado a la ya conocida sub-declaración de los estratos de altos ingresos, podrían relativizar los datos presentados.
Reflexiones finales
A lo largo de este artículo presentamos una discusión acerca de los cambios estructurales en el mundo del trabajo en Argentina en el período 2016-2023. En el marco general de crisis de la pandemia y, sobre todo, en la posterior recuperación, no se han presentado los típicos ajustes de la tasa de desempleo, la tasa de actividad, etc., por lo que consideramos que analizar cuáles han sido las dinámicas de ajuste del capitalismo de estos tiempos debe ser parte de la preocupación central de los estudios del trabajo. En este sentido, sostenemos que los procesos de desalarización y empobrecimiento de las clases trabajadoras han marcado fuertemente a las economías de la región latinoamericana, como parte de un cambio estructural basado en las tendencias a la financiarización, la nueva deslocalización productiva y la digitalización. En el caso argentino, además, estas tendencias fueron acompañadas por un nuevo giro neoliberal que favoreció el desarrollo pleno de estas tendencias negativas sobre las formas de trabajo y los niveles de ingreso. Por ello, presentamos ciertos datos relevantes que avalan la hipótesis de una tendencia acentuada a la desalarización, la precarización, la desigualdad y el empobrecimiento de diferentes estratos de trabajadores y trabajadoras en Argentina en el período 2016-2023.
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Notas
Recepción: 15 marzo 2024
Aprobación: 30 abril 2024
Publicación: 01 agosto 2024